jueves, 20 de diciembre de 2012

Sin Palabras.



Enfadada y triste, empecé a sacar con rabia todo lo que había dentro del cajón. Tenía los ojos húmedos y las lágrimas me resbalaban mejillas abajo. De repente paré y mi mirada quedó clavada en el fondo. Allí descansaba mi mejor amigo de la infancia. Mis manos lo cogieron y lo llevaron frente a mí. Estábamos otra vez cara a cara después de tantos años, otra vez juntos. Lo abracé recordando lo blandito que era. También puede percibir aquel olor a antiguo. Mi mano acarició suavemente su oreja, no había perdido su encanto. Lo miré de nuevo, de los dos ojos solo le quedaba uno y tampoco tenía su pequeña cola, pero aun mantenía aquella sonrisa. En mi mente se iban acumulando muchos de los recuerdos que habíamos pasado juntos. Aquellas noches en que las gotas de agua de la lluvia golpeaban con fuerza la ventana y sonaban unos grandes truenos, lo abrazaba a y aquel miedo que recorría todo mi cuerpo se calmaba y lograba dormirme. Las discusiones de los padres en que en aquel momento te daban miedo y recorrías a un amigo para que te consolara y no hacía falta ninguna palabra. Ese osito estaría permanente en mi cabeza durante una buena parte de mi vida. Lo abracé de nuevo y con poco tiempo todos mis temores fueron desapareciendo. 

Bluebird*

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